El cuartel ubicado en la margen sur de la Autovía N° 19 funcionó desde fines del siglo XVIII hasta el año 1870. Fue clave en la organización actual de la provincia de Santa Fe.
La zona casi límite entre Colonia San José y San Agustín fue hace más de 150 años lugar de grandes episodios históricos para la provincia de Santa Fe. Y uno de esos espacios que cuentan la historia grande santafesina se dio en el Fortín El Tala.
Allí tenían asiento permanente las tropas encargadas de vigilar los ataques de malones. Ubicado en el extremo sur de la Autovía 19, entre el kilómetro 13 y 14 en el distrito de Colonia San Agustín.
Los orígenes del fortín, no está del todo confirmado, pero los estudios e investigaciones realizadas por el Museo Regional de San Agustín (a cargo de las hermanas Beltramino) llevan a deducir que el mismo se remonta aproximadamente al año 1796.
La importancia que reviste este antiguo espacio guarda relación con el enfrentamiento armado que tuvo lugar en dicho sitio en 1838, conocido como Combate de El Tala, en el que las tropas que respondían al efímero gobernador Domingo Culllen confrontaron con las de quien luego sería su predecesor, Juan Pablo López, hermano del brigadier Estanislao López.
El choque de El Tala se produjo después de la muerte del brigadier López (15 de junio de 1838) y como consecuencia de la rivalidad existente entre quienes querían sucederlo en el cargo de gobernador. “Ante su ausencia, la Honorable Junta de Representantes de la Provincia de Santa Fe (la Legislatura) nombró en su lugar a Domingo Cullen (cuñado del brigadier) por afecto y por tenerlo en alto valimiento; su aceptación en el cargo generó el enojo de Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires y encargado de las relaciones exteriores de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, por haber actuado por sobre la autoridad máxima en la materia”.
Este encono de Rosas fue acrecentado por el general Juan Pablo López, quien se consideraba con derecho a la gobernación por ser el hermano del brigadier; justamente este hermano fue el instrumento del que se valió Rosas para derrocar a Cullen.
En Santa Fe, al enterarse que López -equipado militarmente por Rosas- avanzaba por el Rosario, se organizaron para defender al gobierno de Cullen. El combate ocurrió el 2 de octubre de 1838 en las inmediaciones de El Tala, entre las fuerzas militares que respondían a Cullen, al mando de los comandantes Pedro Rodríguez del Fresno, José Manuel Echagüe y Santiago Oroño –quienes entre sus tropas contaban con soldados pertenecientes a las familias más tradicionales de Santa Fe-, y los hombres comandados por el general Juan Pablo López, quien finalmente se impuso.
Echagüe murió en el campo de batalla, mientras que Rodríguez del Fresno y Oroño consiguieron escapar; el depuesto Cullen pidió asilo a su amigo y compadre, el gobernador de Santiago del Estero, Juan Felipe Ibarra, mientras que López fue nombrado como gobernador por la Legislatura.
Al tiempo, el asilo que se le daba a Cullen quedó en la nada, tras una campaña de intriga desatada por el propio Rosas. Ibarra, entonces, entregó a Cullen, quien fue fusilado de inmediato apenas cruzó Arroyo del Medio. Según expresaba el historiador Federico Guillermo Cervera, este enfrentamiento militar dejó gran resentimiento en Santa Fe, puesto que murieron muchos jóvenes de las familias tradicionales, según cuenta la tradición oral.
Punto estratégico
El Tala fue un fortín que permanecía oculto entre las isletas de talas, la cañada San José y los pajonales que había en este territorio, área a la que era difícil de acceder pese a que el Camino Real a Córdoba –que partía de la actual calle San Martín de Santo Tomé (dato aportado por el historiador Ernesto Grenón) y pasaba por la laguna Del Tala-, estaba muy cercano.
En las inmediaciones de la nombrada laguna, habría sido dificultoso penetrar para llegar al fortín, justamente por todos estos obstáculos naturales; aquel viejo camino era el más transitado y posiblemente por una cuestión estratégica, el fortín debía estar un tanto alejado de esa importante vía de comunicación.
En cuanto a los fortines en general, se encontraban a lo largo de las fronteras, separados entre sí aproximadamente por unas cinco leguas; allí tenían asiento permanente las tropas encargadas de vigilar a la indiada e impedir sus ataques. Usualmente se componían de ranchos, viviendas de oficiales y soldados, un mangrullo o mirador -torre bastante alta, con una plataforma con techo de paja o ramas para protección del sol- y de un cerco o tapial de adobe, piedra o palo de pique. La defensa se completaba con cañones.
Características
El lugar contaba con veinticinco soldados y sus familias, uno de ellos fue José Páez, asistente de Sejas (su hijo Luis Páez fue Juez de Paz de San Agustín durante 25 años y siempre hacía referencia a las funciones de su padre). Entre las actividades que ejercía El Tala, estaba la función de vigilancia; los soldados recorrían continuamente la zona, especialmente para evitar el avance de los indios hacia Santa Fe y localidades en formación”.
Según la tradición oral y los relatos transmitidos por la gente del lugar, también se dedicaban a la captura de indígenas para entregarlos a personas adineradas y dejarlos a sus servicios. Sobre la fecha en que dejó de funcionar, Don Cándido, antiguo vecino del fortín, armaba que fue en la década posterior a 1870, luego de la fundación de la colonia de San Agustín y la instalación de los colonizadores. Cuando los indígenas fueron dispersados completamente, o se rindieron a los soldados, estas tierras se vieron liberadas por el ataque nativo, por lo que el gobierno dejó de subvencionar a los integrantes de este fortín y las instalaciones quedaron abandonadas.