La fecha más importante del año para el sector juguetero cerró con saldo negativo: según la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ), las ventas en unidades bajaron 5,2% interanual. El comercio electrónico creció 30% y ya representa el 24% del total, pero la contracción del canal físico —aún dominante, con el 76%— arrastró hacia abajo el resultado general.
Para Santa Fe, donde el negocio de cercanía y las galerías comerciales siguen siendo determinantes, el combo de frío intenso, feriado del viernes 15 y menor circulación en locales golpeó la afluencia del fin de semana. El repunte online alivió a parte del sector, aunque no alcanzó para compensar la caída presencial.
El desempeño digital convive con un cuello de botella conocido: la logística. Ocho de cada diez usuarios desisten de la compra si no encuentran su opción de entrega preferida. En fechas pico, esa fricción se potencia en ciudades intermedias y localidades del interior, donde las ventanas de entrega y retiro son más limitadas.
A la demanda contenida se suma la presión de la oferta importada. Entre enero y julio, las importaciones crecieron 114% y el número de empresas que ingresaron juguetes casi se duplicó (de 314 a 565). La CAIJ advirtió además que la mitad del volumen entró a menos de USD 3 por kilo —un precio cercano al de la materia prima—, lo que enciende alertas sobre cumplimiento de estándares y seguridad infantil.
El financiamiento también perdió tracción. Las operaciones con promociones bancarias, históricamente cerca del 90% para esta fecha, cayeron al 70% por tasas elevadas y endeudamiento de los hogares. El impacto se ve en el mostrador: ticket promedio de $13.000 en jugueterías de barrio y de $38.000 en cadenas, con fuerte presencia de productos licenciados importados.
Por categoría, el mapa dejó matices. Hubo leves subas en didácticos y primera infancia, juegos de mesa, bloques y masas de modelar. La sorpresa de la temporada fueron los peluches “virales” —capibaras, Stitch y, en particular, Labubu—, que agotaron stock en varias plazas. En el otro extremo, cayeron con fuerza las figuras de acción (-19,4%), cocinitas y talleres (-29%), además de rodados y juguetes a control remoto (más de 28% abajo).
El cuadro que deja este Día del Niño es desafiante: mayor competencia extranjera, consumo selectivo y un mercado que se concentra en canales digitales que todavía no logran compensar la merma presencial. Para el comercio santafesino, la clave inmediata será administrar el sobrestock, ajustar surtidos a las líneas que sí se movieron y profesionalizar la experiencia online: medios de pago simples, promesas de entrega confiables y coordinación efectiva de retiro en tienda.
Mirando lo que viene —previa al Día de la Madre y al fin de año—, el sector necesitará márgenes más finos y campañas específicas para barrios y ciudades medianas. En un cliente que compra menos y compara más, cada decisión de exhibición, precio y entrega pesa. La temporada alta pondrá a prueba esa ecuación.