La paradoja de la era digital: hiperconectados, pero cada vez más solos

Vivimos en un tiempo de conexión permanente y, sin embargo, la sensación de soledad crece. La psicóloga Cecilia Taburet sostiene que la hiperconexión tecnológica —diseñada para unir— está teniendo el efecto contrario: nos desconecta emocionalmente. “Nunca fue tan fácil hablar, pero tan difícil encontrarse”, resume.

La idea no es nueva. El filósofo Jean Baudrillard advertía hace más de cuarenta años que la “hiperrealidad” terminaría reemplazando la experiencia directa por su simulacro. Hoy, las redes sociales multiplican los lazos superficiales mientras reducen el contacto cara a cara. Un estudio publicado en Cyberpsychology, Behavior, and Social Networking confirma que el uso intensivo de redes disminuye la satisfacción con la vida y aumenta la percepción de aislamiento.

El fenómeno se extiende a todos los planos: vínculos amorosos atravesados por la lógica de las aplicaciones, amistades mantenidas por mensajes y una conversación pública fragmentada. En palabras de Taburet, “confundimos la exposición con la cercanía”.

La clave, dicen los especialistas, está en volver a lo simple: recuperar la conversación presencial, practicar la escucha activa, crear tiempos sin pantallas y reivindicar el silencio como forma de cuidado. La tecnología puede conectar, pero solo la empatía puede vincular.

 

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