La inflación de octubre dejó una señal incómoda para la provincia: el índice volvió a moverse por encima del promedio nacional y quebró la tendencia de moderación que se mantenía desde mitad de año. El Ipec midió 2,7% en el mes, tres décimas arriba del 2,3% informado por el Indec para el país. No es una brecha amplia, pero sí persistente, y habilita la pregunta de fondo: por qué Santa Fe se desacopla cuando el resto del mapa parece caminar hacia registros más estables.
El dato adquiere mayor espesor al mirar el recorrido del año. El acumulado provincial trepó a 26,7% y el interanual se ubicó en 32,5%. La cifra confirma que el proceso de desaceleración sigue activo, pero también exhibe que el recorrido no es lineal. En octubre, el movimiento respondió a subas puntuales que, combinadas, frenaron la baja gradual del índice general.
Los capítulos que más empujaron la variación mensual fueron otros bienes y servicios (3,3%) y esparcimiento (3,2%). Transporte y comunicaciones avanzó 2,9%, con incrementos notorios en la compra de vehículos (4,1%) y en el mantenimiento de las unidades (3,8%). Son rubros que suelen anticipar costos futuros y que funcionan como termómetro de la presión cambiaria y del precio de insumos importados.
Alimentos y bebidas, el grupo que determina buena parte del humor social, subió 2,8% y aportó casi un punto completo a la inflación del mes. Frutas como banana, manzana y naranja mostraron ajustes de dos dígitos, mientras que la cebolla volvió a exhibir una volatilidad extrema con un salto de 26,6%. El fenómeno se repite: productos de fuerte peso estacional o dependientes de logística sensible se mueven más rápido que el resto, y el impacto llega directo a las familias de ingresos medios y bajos.
Vivienda y servicios básicos aumentó 2,7% y dejó expuesto otro componente central: el encarecimiento de los alquileres, que promediaron 3,2% en octubre. Salud avanzó 2,6%, impulsada por aumentos en prestaciones y servicios, mientras que educación se ubicó en 2,8%. El cuadro es heterogéneo, pero muestra una constante: ningún rubro de peso quedó por debajo del 2%.
El detalle de precios de alimentos volvió a marcar diferencias internas. El aceite de girasol subió 7,8%; el salame y el pan de mesa avanzaron más de 5%; y los productos de rotación diaria —como hamburguesas congeladas o embutidos— siguieron la misma dirección. Hubo retrocesos puntuales, como el pollo entero, la lechuga y el café molido, pero no alcanzaron para compensar la presión del resto.
Hacia adelante, el desafío para Santa Fe será doble. Por un lado, sostener la convergencia hacia niveles de inflación más bajos en un contexto donde tarifas, alquileres y alimentos todavía muestran inercia. Por otro, comprender por qué la provincia se mueve sistemáticamente por encima de la media nacional. Parte de la respuesta está en la estructura productiva y comercial del territorio; otra parte, en la sensibilidad de los costos logísticos y la dependencia de insumos externos que afectan de forma desigual a cada región.
El cierre del año mostrará si octubre fue una pausa o el inicio de un meseta más alta. Por ahora, la foto es clara: el alivio inflacionario sigue siendo real, pero no está garantizado.


