Violencia en el fútbol infantil: un técnico dejó inconsciente a un árbitro en Central Córdoba

El cierre del año en el fútbol infantil de Rosario quedó atravesado por un episodio de extrema violencia: un árbitro de un partido de niños de 11 años terminó inconsciente dentro de la cancha, tras ser golpeado por el entrenador de Argentino de Rosario. La agresión, ocurrida el domingo en la sede de Central Córdoba, derivó en traumatismo de cráneo y una lesión en la zona costal, y mantiene al juez hospitalizado mientras se evalúa la evolución de su cuadro.

La escena golpea especialmente a un circuito que suele pensarse como espacio formativo y recreativo. Para clubes, familias y organizaciones barriales, el ataque no solo expone la vulnerabilidad de quien arbitra, sino que vuelve a poner en discusión qué recursos existen para prevenir estas escaladas en encuentros donde la presencia adulta debería garantizar cuidado y no riesgo.

El episodio ocurrió después de un amistoso de la categoría 2014 entre Central Córdoba y Argentino. La jornada estaba pensada como un cierre festivo, con actividades y fuegos artificiales. Sin embargo, todo se torció por la reacción del técnico visitante ante una decisión arbitral. Según reconstruyeron desde la organización, el entrenador esperó que terminara el partido, corrió hacia el juez y comenzó a golpearlo hasta dejarlo tendido en el césped. Los adultos presentes intentaron detenerlo sin éxito inmediato.

El coordinador de fútbol infantil de Central Córdoba describió la agresión como “imposible de frenar”. La ambulancia lo trasladó de urgencia: primero se constató el traumatismo de cráneo y luego una posible fisura en una costilla. Este martes seguía internado y, además del cuadro médico, enfrenta un problema adicional: su situación laboral como árbitro depende de su disponibilidad física, hoy seriamente comprometida.

El caso revive una discusión que atraviesa a las ligas formativas de todo el país: quién cuida a quienes cumplen tareas arbitrales y qué prácticas se deben revisarse dentro y fuera de la cancha para que un desacuerdo deportivo no escale a violencia física. También pone en foco la responsabilidad institucional sobre la habilitación de técnicos y el acompañamiento de los entornos familiares que asisten a estos partidos.

En los próximos días se espera que el club involucrado defina sanciones internas y que el ámbito federativo analice medidas disciplinarias. Más allá de lo que determinen esos organismos, el hecho deja planteada una urgencia más amplia: sostener espacios seguros donde el aprendizaje deportivo no conviva con el riesgo de agresiones hacia quienes arbitran encuentros entre chicos que apenas empiezan a jugar.

 

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