La Vanguardia, Santa Fe — En medio de los rastrojos calcinados de un campo al sur de la provincia, lo que quedó fue una imagen más inquietante que el fuego mismo: una avioneta destruida, sin ocupantes, sin carga y sin explicación.
El hallazgo ocurrió este martes por la tarde a seis kilómetros de la ruta provincial 18, en las afueras de La Vanguardia, un pequeño poblado del departamento Constitución. No hubo llamados de auxilio, ni testigos del incendio, ni rastros evidentes de un accidente convencional. Solo un llamado del cuidador del campo, el primero en ver los restos, y una escena que encendió alarmas en más de una oficina judicial.
La Policía de Investigaciones de la provincia (PDI) llegó al lugar para realizar las pericias. El caso quedó a cargo de la fiscal Analía Saravalli, de la unidad de Villa Constitución, quien ordenó asegurar la zona y buscar huellas. Hasta el momento, no se encontraron rastros humanos, cargamento alguno ni identificadores visibles en la aeronave.
El sur santafesino, un corredor que se repite
La escena de La Vanguardia no es aislada. En los últimos años, campos de la misma región han sido escenario de episodios similares: avionetas abandonadas, cargamentos de droga ocultos y huellas que apuntan a organizaciones internacionales.
En mayo de 2022, dos cazadores encontraron 84 kilos de cocaína en Juan Bernabé Molina, a apenas 35 kilómetros del lugar donde apareció esta avioneta. Y hace solo un mes, en Estación Díaz, a 80 kilómetros de Rosario, detuvieron a dos hombres luego de que abandonaran una aeronave Cessna con matrícula adulterada, proveniente de Bolivia.
Ambos casos revelaron rutas de ingreso aéreo no autorizadas desde países limítrofes, puntos de aterrizaje improvisados en campos rurales y vínculos con redes transnacionales. En el último operativo, los detenidos —uno boliviano y otro peruano— llevaban un cargador de 9 milímetros, casi 35 mil dólares en efectivo y celulares con trayectos registrados desde Santa Cruz de la Sierra.
Entre la sospecha y la impunidad
El caso de La Vanguardia aún no confirma ningún vínculo con el narcotráfico. Pero en el mapa santafesino, las piezas parecen repetir un patrón: vuelos sin plan oficial, aterrizajes sin control y aeronaves incendiadas como forma de borrar el rastro.
Los fiscales que siguen este tipo de hechos explican que muchas veces el fuego no es producto de un accidente, sino una práctica deliberada para inutilizar la nave una vez cumplida su función logística.
Lo que está en juego no es solo una causa judicial más, sino la consolidación silenciosa de un corredor aéreo que cruza la provincia por el sur. La soledad de los campos, la cercanía con rutas estratégicas y la dificultad para rastrear vuelos no autorizados convierten la zona en terreno ideal para maniobras de alto riesgo.
El sur de Santa Fe vuelve a quedar marcado. Esta vez, no por lo que se encontró, sino por todo lo que no apareció.