–¿Qué evaluación hace de la situación política y económica del país?

–Es una situación muy compleja y delicada. Creo que la problemática es política más allá de que afecta, por supuesto, a una realidad de un rumbo económico que no está para nada claro. Si bien puede haber factores externos e internos lo cierto es que hay decisiones del Gobierno erradas y esto ha ocasionado un deterioro muy grande y un desmanejo de la política económica. Así que vemos con mucha preocupación esta realidad y sentimos que tampoco está terminado el momento de mayor dificultad.

–¿Son decisiones equivocadas o decisiones que hacen al modelo económico?

–Yo creo que son equivocadas porque incluso tomando la ideología liberal que pueda tener este Gobierno realmente basó toda su gestión en la reelección del 2019, pensó que la tranquilidad de los primeros tiempos más una financiación externa que se le facilitó iba a ser permanente y que eso le iba a dar la posibilidad de arribar con mucha tranquilidad al final del mandato. Pero resulta que no fue así. El país comenzó a tener un montón de desajustes en las variables macroeconómicas y eso fue también la situación del cimbronazo cambiario y por supuesto como consecuencia trajo al FMI. No es que sea un cuco pero es una entidad crediticia internacional que cuando presta dinero pone condiciones muy fuertes. Incluso ahora el Gobierno está tratando de renegociar lo firmado. Eso muestra que hay errores locales.

–El FMI no será un cuco pero debe ser la peor opción.

–En realidad creo que el cuco es el Gobierno porque no tiene capacidad decisoria, no tiene un ordenamiento de su estructura. Prueba de ello que cuando quiso oxigenarse ese fin de semana, como hace cualquier gobierno ante un costo político, mostró falta de conducción. Terminó en algo más de lo mismo con un simple cambio de nombres de Ministerios. Encima convocaron a candidatos para determinados lugares que no aceptaron.

–¿Esto debilita al Gobierno?

–¡Totalmente! Lo lógico hubiese sido mostrar decisión porque se puede reducir el gabinete pero se sale con nombres nuevos, firmes y decididos. Tampoco eso asegura que se cambien las cosas pero es una bocanada de oxígeno como para poder recorrer esta etapa tan difícil.

–¿Y qué se puede esperar ante un gobierno débil?

–Y se puede esperar que se acreciente mucho la conflictividad social. Ojalá que esté bien contenida y bien conducida porque dentro de la estructura social argentina hay que distinguir que hay situaciones estructurales que arrastramos y otras que se pueden dar por la ideología política de cada sector. Pero hay un 30 por ciento de nuestra sociedad que está en una situación de suma pobreza o sin trabajo o informal. Esos requieren claramente una emergencia alimentaria. Preocuparse mucho de cómo se los contiene con algún tipo de subsidios firmes e intentar incorporarlos al mercado del trabajo. El sector del trabajador formal que ante un panorama recesivo que ya estamos atravesando y que va a ser mucho más agudo, teme muchísimo quedarse sin trabajo lo cual genera engrosamiento de situaciones sociales límites.

–¿Complica a un gremio que no haya Ministerio de Trabajo?

–Sí, sí. Es como desjerarquizar la relación democrática que debe haber tanto con la parte gremial como con la parte empresaria. Fíjese que desde que el general Perón transformó la secretaría de Trabajo en Ministerio hubo una sola oportunidad, en un gobierno militar, el de Onganía, en el que se lo redujo a Secretaría pero inmediatamente después volvió a ser Ministerio.

–¿Entonces uno puede entender cómo ve el Gobierno a los trabajadores?

–Da cuenta de cuál es la relación que quiere entablar con los gremios a los que parece que no los considera importantes y los tratan a través de una secretaría. No es una decisión acertada.

–Ahora viene el Presupuesto que, como sostienen especialistas, es un proyecto que garantiza y profundiza el ajuste. ¿Qué hará la CGT?

–La CGT ha decretado un paro nacional e indudablemente está en una situación de confrontación. Venimos de un paro reciente en junio y lamentablemente tenemos que decretar otra medida de fuerza de carácter nacional. Nosotros, en nuestra concepción y formación, siempre apostamos al diálogo social pero hasta ahora lamentablemente no hay reacción de parte del Gobierno de establecer una mesa en serio de búsqueda de consensos y de ver cómo se puede, frente a un panorama muy difícil, diseñar políticas anticíclicas que permita contener coyunturas. El gobierno sigue ignorando la realidad del día a día de la gente y se encierra con una sola meta que es reducir el déficit fiscal. Nadie está en contra de eso pero debe hacerse buscando contener un deterioro social tan elevado como está sucediendo. Ojo, no sólo el movimiento obrero porque también lo sufren las gobernaciones, los intendentes con el recorte del Fondo Sojero. Todo aquel que tiene que gestionar ven recortados en un montón de posibilidades por esta política tan de ajuste que lleva el gobierno nacional.

–Durante la reunión con los intendentes algunos le pidieron a la CGT una mayor reacción.

–No es eso. Lo que está en crisis es el rearmado político del peronismo por su dispersión. Mientras tanto ante la carencia que tienen muchos muchachos que están en la política dicen que es la CGT la que tiene que marcar el camino. No es así. La CGT representa los intereses de los trabajadores y por el contrario es la CGT la que debe depositar en una plataforma política sus reivindicaciones sociales.

–¿El Gobierno habla de diálogo, acuerda y no cumple?

–Exacto. Hace poco fuimos a Olivos y nos reunimos con Peña, Triaca y Quintana. Ahí le dijimos que nuestra preocupación era el empleo y les pedimos que convoque a empresarios, al movimiento obrero e incluso a los movimientos sociales y generar un compromiso político para que no sucedan despidos y suspensiones. El Gobierno lo tomó en la superficie y nunca nos propuso una ejecutividad clara. Es un dialogo que no tiene sentido.