La victoria de Kicillof en Buenos Aires redefine el pulso político y abre un choque de mandatos

La elección legislativa en Buenos Aires dejó un mensaje difícil de eludir: el peronismo recuperó centralidad política con un triunfo que superó por más de trece puntos a la alianza gobernante. Lo que comenzó como un comicio provincial terminó como un referéndum sobre el rumbo económico de Javier Milei, con consecuencias que trascienden al distrito que concentra al 40% del padrón nacional.

El choque de legitimidades democráticas es inmediato. Con un respaldo masivo y reciente, Axel Kicillof se erige en portavoz de quienes rechazan la austeridad. Su lectura del voto fue explícita: detener el ajuste sobre jubilados, obra pública y subsidios. Del otro lado, Milei eligió redoblar su programa, convencido de que su mandato presidencial de 2023 sigue vigente y que el tiempo le dará razón si la economía muestra señales de recuperación. Esta colisión anticipa meses de tensión entre Nación y provincia, con un Congreso bonaerense convertido en escenario paralelo de la disputa nacional.

El mapa electoral bonaerense revela además una fractura territorial profunda. El Conurbano, con mayoría trabajadora y fuerte presencia de intendentes peronistas, otorgó diferencias de hasta 25 puntos a Fuerza Patria. En contraste, el interior agrícola y turístico dio aire a Milei, con victorias en Mar del Plata, Bahía Blanca y municipios del corredor exportador. La geografía del voto no solo muestra preferencias partidarias: expone con crudeza quiénes se perciben como perdedores y ganadores del ajuste en curso.

Las consecuencias institucionales en la provincia también son significativas. El control del Senado le otorga a Kicillof quórum propio, una herramienta clave para gobernar sin necesidad de pactos circunstanciales. En Diputados, en cambio, la oposición de Milei y el PRO emerge más cohesionada, garantizando un terreno de confrontación permanente. Este equilibrio dual convierte a la Legislatura bonaerense en laboratorio de la política nacional: gobernabilidad fortalecida para el oficialismo provincial, resistencia estructurada para la oposición.

El resultado del domingo proyecta escenarios de largo alcance. Para Milei, la derrota pulveriza la idea de respaldo popular ilimitado y lo enfrenta a una carrera contra el tiempo: si la economía no mejora pronto, la elección bonaerense será vista como el primer quiebre de su narrativa. Para Kicillof, el triunfo lo posiciona como líder natural de la oposición peronista y lo instala en la grilla presidencial hacia 2027. La disputa no se limita a Buenos Aires: abre un nuevo capítulo en la puja por definir quién tiene hoy el verdadero mandato popular en la Argentina.

 

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