Con el objetivo de intentar comprender las causas de ese ascenso, se sugiere que los cambios producidos a niveles de sistemas productivos de la región, caracterizados por una disminución en el consumo de agua (más cultivos anuales, menos pasturas perennes y pastizales, mayor eficiencia en el uso del agua, etc.) generaron excedentes hídricos que fueron incorporándose regularmente al agua subterránea, determinando su acercamiento a la superficie.
Existen numerosos trabajos que documentan el crecimiento de la superficie agrícola (principalmente soja) en detrimento de aquella destinada a la actividad ganadera ocurrido en los últimos años. En términos generales, 10 millones de hectáreas han pasado de la actividad ganadera o mixta a la agrícola pura en la región pampeana.
Guillermo A. Bavera. 2014.
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Introducción
En la Región Pampeana la lluvia, y su elevada variabilidad, es la principal determinante de la producción agropecuaria que motoriza la economía de muchos municipios. En los sistemas de producción pampeanos, en los que el riego es aún una práctica poco común, la escasez de lluvias resiente a la producción y propaga sus efectos en el tiempo y en la comunidad a partir de los daños económicos que genera.
En el otro extremo, las lluvias excesivas desencadenan procesos de anegamiento e inundación capaces de generar daños de magnitud similar a los de la sequía. En paisajes extremadamente planos o de ‘‘hiperllanura’’, como son los de la Pampa Deprimida e Interior, el escurrimiento lento y dificultoso lleva a que los excesos hídricos se almacenen localmente, elevando los niveles freáticos e incrementando el área ocupada por agua en las zonas más bajas del paisaje.
Las inundaciones resultantes son de avance gradual y sostenido y pueden durar muchos meses, generando pérdidas productivas y daños en la infraestructura de áreas rurales y urbanas.
En cualquier ciudad de esta cuenca se nota el enorme deterioro producto de las frecuentes inundaciones y las napas altas, que destruyen los pavimentos, veredas, cimientos de casas y silos y contaminan con flujos cloacales canales, zanjas, calles, y ponen en serio riesgo la salud de la gente. El deterioro es mayor aun cuando los pavimentos de calles y rutas tienen baches, ya que el tránsito, especialmente de camiones pesados, al pasar por los mismos, hace vibrar los cimientos de casas y silos, agrietándolos. Estas vibraciones también ocurren en las cercanías de vías férreas, ya que los trenes, fundamentalmente los de carga, con su traqueteo característico, hacen mecer los cimientos de las edificaciones cercanas.
Recordemos que muchos silos, para poder trasvasar los granos al ferrocarril, se encuentran en los predios de estaciones, por lo que sufren más estos problemas, agravados por el ascenso de las napas. Las grietas que se producen en los conos de los mismos permiten la entrada de humedad o directamente agua, inutilizando toneladas de granos.
En la Pampa Húmeda (sur de Santa Fe, sureste de Córdoba, norte de Buenos Aires) las fluctuaciones del nivel de la napa freática están estrechamente conectadas al balance hídrico local y con los cuerpos superficiales de agua.
Los excesos hídricos son almacenados localmente en lagunas o en la napa freática, que lentamente sube de nivel.
Una vez que la napa supera un umbral de cercanía a la superficie, el rendimiento (agrícola y ganadero) cae abruptamente y, a nivel de paisaje, el área ocupada por cuerpos de agua se expande con mucha rapidez, las lagunas comienzan a coalecer y en casos extremos se disparan inundaciones regionales. Como el drenaje superficial natural y/o artificial de los excedentes tiene un alcance limitado en la región, cobra gran importancia el control de la recarga para evitar llegar a ese umbral crítico en el que aumenta el riesgo de inundación.
Existen evidencias de que el reemplazo de pasturas perennes y verdeos invernales para ganadería por cultivos (soja especialmente) ha aumentado la recarga, especialmente cuando luego de algunos años secos se siembran campos bajos que luego, en años húmedos, quedan sin sembrar o pierden sus cultivos tempranamente.
En el caso de las plantas acopiadoras de grano, se pueden utilizar pozos de bombeo para deprimir la napa bajo los silos, circulando el agua fuera del predio mediante canales. Es costoso, se debe hacer permanentemente y no siempre da resultado.
Nivel Freático
En la Estación Agrometeorológica de la EEA Rafaela se realizan desde el año 1969 mediciones diarias de la profundidad de la primera capa de agua, mediante el uso de un hidrómetro a silbato.
En la actualidad, una extensa superficie de la región presenta la napa freática a un metro de profundidad o menos, con efectos directos sobre la producción agropecuaria y, en algunos casos, sobre el manejo de aguas pluviales en sectores urbanos.
Con el objetivo de intentar comprender las causas de ese ascenso, se sugiere que los cambios producidos a niveles de sistemas productivos de la región, caracterizados por una disminución en el consumo de agua (más cultivos anuales, menos pasturas perennes y pastizales, mayor eficiencia en el uso del agua, etc.) generaron excedentes hídricos que fueron incorporándose regularmente al agua subterránea, determinando su acercamiento a la superficie.
Existen numerosos trabajos que documentan el crecimiento de la superficie agrícola (principalmente soja) en detrimento de aquella destinada a la actividad ganadera ocurrido en los últimos años. En términos generales, 10 millones de hectáreas han pasado de la actividad ganadera o mixta a la agrícola pura en la región pampeana.
Este desplazamiento y concentración de la ganadería no sólo tuvo efectos negativos directos sobre esta producción, sino que a su vez presentó efectos indirectos asociados al consumo de agua. Millones de hectáreas de pasturas perennes y pastizales que consumían agua durante los doce meses del año fueron cambiadas por cultivos anuales que, en el mejor de los casos lo hacen durante un tercio o la mitad de ese tiempo, pasando de consumir anualmente 1500-2000 mm a 500-800 mm. De esta manera, las pasturas y pastizales generaban menores ingresos de agua a las napas y, en aquellos lugares o períodos en los que éstas se acercaban a la superficie, se registraba un consumo más intenso, mientras que los cultivos anuales modificaron dicho balance, incrementando el ingreso de agua y limitando los egresos por consumo, empujando los niveles freáticos hacia la superficie.
La problemática de los excesos hídricos para la agricultura en el Sur de Santa Fe fueron descriptos con detalle por el AER INTA Casilda.
Casilda es la cabecera del Departamento Caseros, donde una de las zonas más afectadas por la elevación de las napas fueron las del corredor sobre la ruta nacional Nº 33, desde Firmat, pasando por Villada hasta Casilda.
La problemática se resume en los siguientes aspectos:
- Llueve un poco más cantidad y más intensamente. Desde todo punto de vista es más efectivo y eficiente adaptar el sistema productivo al clima y no intentar lo contrario porque no funcionará.
- Nuestros suelos tienen tasas de infiltración muy bajas para la intensidad de las “grandes lluvias” que ocurren.
Nuestro uso (explotación) empeora la situación. Y muchas áreas absolutamente planas tienen serias dificultades para escurrir los excedentes que no infiltran.
- Es posible aproximar un balance hídrico para un cultivo, o para un ejercicio anual si se cuenta con una cierta cantidad de datos, algunos de obtención complicada. Idealmente podría seleccionarse y generalizarse un monocultivo predominante (MP) que ajuste su consumo con la disponibilidad de agua sin recurrir a riego complementario, lo que significa aprovechar con eficiencia el recurso más limitante de la producción: el agua de lluvia.
- Nuestro MP predominante, el Monocultivo de Soja de 1ª empeora la situación porque infiltra menos agua y además consume menos del agua disponible respecto a otros modelos más intensivos.
Las alternativas de solución remiten a lograr la suma de cuatro aspectos:
- mejorar la infiltración.
- conducir el escurrimiento.
- mejorar el drenaje.
- aumentar el consumo.
Los puntos 1 y 4 consisten en intervenciones blandas, los puntos 2 y 3 consisten en intervenciones duras.
Aumento del área sojera e impacto sobre el balance hídrico regional
En los últimos años se han dado a conocer trabajos científicos de meteorólogos argentinos que demuestran fehacientemente que la precipitación en la región pampeana ha evidenciado un significativo aumento a partir de la década del 60.
Los resultados muestran que este aumento se manifiesta especialmente en los meses correspondientes al semestre cálido, es decir de octubre a marzo. Esta modificación en el régimen de lluvias origina una mayor «estacionalidad», es decir una diferencia más marcada entre las lluvias de «verano» y de «invierno», en áreas del este de la región pampeana, donde el contraste entre lluvias invernales y estivales no solía ser marcado, aunque en el oeste el aumento fue aún mayor.
Las principales consecuencias del progresivo aumento en las precipitaciones de la región pampeana con respecto a la actividad agropecuaria son:
♦ El corrimiento hacia el oeste que se evidencia en el área productiva, avanzando hacia sectores que años atrás eran considerados marginales para los principales cultivos.
♦ La progresiva elevación de los niveles de las napas freáticas, en especial en el noroeste de Buenos Aires, noreste de La Pampa, sur de Córdoba y sur de Santa Fe.
♦ El aumento en la frecuencia y gravedad de los excesos hídricos y la consecuente inundación de áreas con dificultades de drenaje.
Si bien el primero de los ítems podría parecer alentador, sin duda los siguientes ítems resultan adversos. En los últimos años existen pruebas elocuentes de esas afirmaciones.
Un año con abundante precipitaciones en el sur de Santa Fe y noroeste de Buenos Aires
Podemos considerar que el sur de la provincia de Santa Fe y el noroeste de la provincia de Buenos Aires constituyen el corazón de la Pampa húmeda, región muy importante desde el punto de vista de la producción agropecuaria del país. La misma, se caracteriza por tener precipitaciones promedio anual entre 900 y 1100 mm de oeste a este. Es característico que las precipitaciones anuales se concentren en otoño y verano, y tengan menores valores en invierno y primavera. Sin embargo, no todos los años se presentan con la misma intensidad, siendo el año 2014 hasta la fecha uno de los más lluvioso para algunas localidades.
Como se puede observar en el cuadro 1, las tres localidades ubicadas más al norte de la región registraron, para el primer semestre, valores más altos que el promedio semestral (500-550mm), pero cerca del mismo. Sin embargo, en el resto de las localidades ubicadas más al sur y el este de la región, el acumulado del semestre no sólo supera el promedio semestral, sino que casi representa el promedio anual. En el caso de Pergamino, ya supera su propio promedio anual y el de la región.
Como consecuencia de los altos niveles de precipitaciones, dependiendo del relieve de terreno, se han registrado situaciones de campos cubiertos con agua en forma temporaria o casi permanente. En relieves con buena pendiente, el agua se escurre por canales y arroyos o se acumula en sectores bajos. Estos escurrimientos, suelen producir erosión de la superficie del suelo, lo cual tiene un efecto negativo desde el punto de vista agropecuario y de la conservación del medio ambiente. En las zonas más planas, el movimiento de agua es más lento y esta se acumula en las zonas bajas o lagunas, produciendo anegamientos temporarios de sectores productivos y el ascenso de napas freáticas en toda la zona.
Cabe destacar que en la región pampeana, los otoños húmedos coinciden con el período de barbecho entre cultivos, provocando la recarga del perfil del suelo y permitiendo que los cultivos de invierno comiencen su crecimiento con alta disponibilidad de agua en el suelo. No obstante, en el presente año, las altas precipitaciones se dieron en la época de finalización del ciclo de los cultivos y su cosecha. De esta manera, la presencia de agua en superficie impidió la recolección de granos en amplio sectores del campo.
Por otra parte, los lotes con presencia de napas freáticas cerca de la superficie del suelo y/o altos contenidos de agua en el horizonte superficial, provocaron la formación de huellones más o menos profundos, debido al tránsito de rodados en la cosecha. Si bien estos huellones parecen fáciles de arreglar con una rastra de discos o rastrón, el efecto negativo para los cultivos posteriores, por la compactación sub-superficial, va a durar por varios años o se requerirá del empleo de herramientas profundas para mitigarlo.
Otro efecto negativo de estas altas precipitaciones, acompañadas de lluvias durante el mes de mayo y junio, fue el retraso en la fecha de siembra en los trigos de ciclo largo o dificultades en la operación de siembra.
Las perspectivas para el resto del año con pronóstico de “niño” (precipitaciones por encima del promedio) no son halagüeñas, pero esperemos que las lluvias vengan bien distribuidas y no superen demasiado a la media histórica.