La actividad económica entró en una fase de freno: caídas mensuales en el EMAE y la producción industrial, menor confianza del consumidor y tasas más volátiles. En paralelo, las denuncias por presuntas coimas que salpican al oficialismo nacional tensan la escena y agregan incertidumbre. En Santa Fe, la combinación pega en tres frentes: financiamiento para pymes, decisión de inversión en la industria y poder de compra de los hogares.
Por qué importa ahora
Para una economía provincial con fuerte peso de alimentos, maquinaria y logística, la suba del costo del dinero y la volatilidad del dólar financiero encarecen capital de trabajo y postergan compras mayores. El comercio siente el “consumo reprimido” y la obra pública municipal revisa cronogramas a la espera de precios más estables. La política nacional añade ruido: un clima de acusaciones y desmentidas suele retrasar decisiones privadas y públicas.
Lo que dicen los datos nacionales
Las series recientes muestran un EMAE con baja mensual en junio y un IPI manufacturero que retrocedió en julio frente a junio. A la vez, el índice de confianza del consumidor se retrajo y los analistas apuntan a una trayectoria de “recuperación en V en 2024 y meseta en 2025”. En ese marco, el apretón de liquidez, los encajes más altos y la salida de instrumentos remunerados empujaron tasas interbancarias al alza y encarecieron el crédito.
Santa Fe: dónde se siente primero
En el cordón agroindustrial (lácteos, molienda, metalmecánica), los mayores costos financieros aprietan márgenes y empujan a elegir entre rotar stock o sostener personal. Las cadenas que venden bienes semidurables (motos, electro, materiales) notan menor tráfico y más pagos en cuotas largas. En el AM Santa Fe, la logística cara y la cautela de los proveedores complican la reposición en rubros sensibles, mientras industrias medianas diferencian turnos y ralentizan ampliaciones.
El dólar y la caja diaria
Aun sin una brecha cambiaria amplia, la volatilidad intradiaria y la intervención oficial obligan a recalcular listas y márgenes. El “rulo” entre tipos de cambio complica costeos y cobertura: el que vende a plazo agrega prima de riesgo, el que compra insumos dolarizados estira entregas, y el que financia capital de trabajo paga más por la misma línea bancaria.
Política y expectativas
Las causas por presunta corrupción y el caso Libra —aún sin esclarecimiento judicial definitivo— deterioran las expectativas. En climas así, los directorios locales tienden a posponer capex, y los intendentes priorizan mantenimiento sobre obras nuevas. El riesgo es un círculo vicioso: menos inversión, consumo contenido y recaudación más débil.
Qué mirar de acá a fin de año
Tres tableros definen el pulso provincial: 1) inflación efectiva vs. paritarias y jubilaciones (poder de compra); 2) tasas y disponibilidad de crédito (pymes e inversión); 3) señales macro y judiciales que anclen expectativas (tipo de cambio y reglas). Un alivio podría venir del campo y la logística si mejora el flujo exportador y se normalizan importaciones clave, pero requiere un marco financiero y político más previsible.
La economía santafesina ha mostrado resiliencia en otras pausas. La diferencia este año es la superposición de ruido político con tasas altas y crédito selectivo. Si el sistema logra estabilizar precios y despejar dudas, el rebote podría reactivarse desde los sectores transables; si no, la meseta amenaza con prolongarse hacia 2026.