Juan Monteverde y la reforma constitucional en Santa Fe: “No puede ser un trámite entre políticos”

SANTA FE — En una provincia donde la urgencia por reformar su carta magna divide posturas y expone tensiones de fondo, Juan Monteverde —referente rosarino de Ciudad Futura y cabeza de la lista “Más para Santa Fe”— irrumpe con una propuesta que desborda lo jurídico: busca que la Constitución se transforme en “una herramienta de inclusión, no de exclusión”.

En un escenario dominado por el oficialismo provincial que impulsó el proceso, y en un contexto nacional atravesado por la confrontación ideológica, Monteverde apunta a resignificar el sentido de una reforma que, para él, corre el riesgo de quedar en manos de pocos. “La Constitución no puede ser un trámite administrativo entre políticos. Tiene que ser una decisión colectiva”, insiste.

Democracia directa, con los pies en la calle
Monteverde pone en cuestión no sólo el contenido de la reforma, sino también el modo en que se está llevando adelante. A días de la elección de convencionales constituyentes, criticó con dureza al gobierno provincial por la falta de debate ciudadano: “El gobierno básicamente está ocultando la propia reforma que impulsó”.

Para revertir esta dinámica, el candidato activó una serie de encuentros en distintas localidades bajo el nombre “Constituyente de la Gente”, con un objetivo claro: abrir el proceso a la ciudadanía. En ese marco, impulsa la incorporación de mecanismos como el referéndum revocatorio y la consulta vinculante, convencido de que “los ciudadanos deben tener un mayor poder de decisión sobre lo que pasa en sus comunidades”.

También propone unificar las elecciones municipales cada cuatro años, para terminar con lo que define como “la campaña permanente” y que, en su visión, erosiona la calidad democrática: “Queremos gobiernos que puedan gobernar, no que estén atados a una lógica electoral constante”.

Derechos con jerarquía constitucional
Más allá de las formas, Monteverde pone el foco en el contenido. Y allí, la justicia social emerge como núcleo de su propuesta. “La Constitución debe garantizar derechos sociales fundamentales: salud, educación, vivienda. No como metas deseables, sino como obligaciones del Estado”, afirma con convicción.

Su mirada incorpora también la realidad de los sectores históricamente marginados: mujeres, pueblos originarios, comunidades LGTBIQ+. “Es imperativo que la nueva Constitución refleje la diversidad de esta sociedad y la proteja”, asegura.

Y en una provincia atravesada por la violencia, propone un cambio de paradigma: otorgar rango constitucional a los derechos de las víctimas de la inseguridad. “Cuando alguien pierde a un hijo en manos de la violencia, el Estado no puede volver a fallar. Tiene que estar, con asistencia legal, psicológica, habitacional. Con todo.”

Frente a la avanzada, más democracia
En tono firme, aunque sin estridencias, Monteverde enmarca esta contienda como parte de una disputa más profunda. “Hoy lo que divide a la política no es tanto izquierda o derecha. Es democracia o autoritarismo”, señala, aludiendo tanto al gobierno nacional como al provincial. “Vimos al Estado pegándole a nuestros jubilados. Vimos a un gobernador humillando a nuestros docentes. Es ahí donde hay que poner un límite”.

Para ello, promovió una lista de unidad que reúne a sectores del peronismo, el Frente Renovador y movimientos sociales. Lo hace, dice, “porque sabemos muy bien qué es lo que tenemos enfrente. Los que dividen le hacen el juego a Milei y a Pullaro”.

Pero su propuesta va más allá de la coyuntura. “Se trata de levantar la vara del debate político. Volver a discutir lo importante. Construir una alternativa que devuelva esperanza, no basada en una persona, sino en los sueños del proyecto colectivo”.

Una constitución como acto de esperanza
En cada uno de sus mensajes, Monteverde insiste en que esta reforma puede ser una oportunidad. Pero una oportunidad sólo si es participativa, justa y profundamente democrática. “No se trata de cambiar para que nada cambie. Se trata de dar un paso real hacia adelante. De construir una Constitución a la altura de los tiempos que corren, y de los derechos que merecemos garantizar.”

En tiempos de apatía, su apuesta es clara: convocar, abrir, escuchar y volver a pensar la política como un acto colectivo. Un contrato social que no se escribe entre paredes, sino con la gente.

 

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