La decisión de que Gisela Scaglia encabece la lista de Diputados nacionales ordena a Unidos hacia adentro y proyecta al Congreso la estrategia que el gobernador Maximiliano Pullaro buscaría consolidar junto a otros mandatarios. En términos de ingeniería política, la jugada alinea a PRO, socialismo y radicalismo en una boleta competitiva y traslada al plano nacional una voz ligada a la agenda del interior.
La lectura social, sin embargo, corre por otra vía. En los hilos de comentarios que siguieron a la noticia predomina un clima antipolítico: sospecha sobre “privilegios”, enojo por “dietas”, acusaciones de “traición al voto” y fastidio con los “saltos de cargo” en medio de la crisis. Incluso detalles menores, como la discusión por una palabra mal o bien usada, funcionan como disparadores de deslegitimación. No es una discusión programática; es cansancio práctico ante movimientos que se perciben como reacomodos de élites.
Existe, a la vez, una minoría que acepta el encuadre “territorial”: llevar a Scaglia al Congreso para “defender Santa Fe” dentro de un bloque de gobernadores. Ese marco gana fuerza cuando se explicita qué se pretende conseguir —obras, reglas, recursos— y con qué capacidad real de negociación. Sin esa traducción a resultados, el relato federal queda corto frente al escepticismo dominante.
El aspecto institucional no es menor. Si la vicegobernadora asume una banca, la línea sucesoria provincial se reconfigura y la presidencia del Senado quedaría en manos del presidente provisional. Sin una explicación clara y simple sobre por qué ahora y qué gana la provincia, ese dato alimenta la percepción de mandato “interrumpido” más que de representación ampliada.
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Campana antipolítica alta. El frame de privilegios desplaza la lógica estratégica. La sociedad demanda señales inmediatas de utilidad pública.
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Representación condicionada. Hay receptividad al “defender Santa Fe”, pero atada a pruebas verificables: proyectos, votos, recursos obtenidos.
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Las formas cuentan. La pedagogía institucional es parte del capital político: sin ella, el movimiento se lee como enroque.
En síntesis, la candidatura de Scaglia ordena la coalición y busca instalar un vector federal en el Congreso. Hoy, la conversación pública la recibe con desconfianza. El giro de clima dependerá menos del argumento y más de hechos medibles que muestren qué cambia, concretamente, para Santa Fe. Cuando eso ocurra —si ocurre—, el ruido de los comentarios empezará a competir con resultados.