La noticia se conoció esta semana: Leandro González, ex presidente del Concejo Municipal de Santa Fe, fue designado como nuevo titular del Ente Administrador del Puerto. La decisión fue oficializada por el gobierno provincial el martes 29, y marca un giro en su trayectoria, pero también desata una conversación más incómoda: ¿hasta qué punto la política santafesina puede seguir reciclando sus propios cuadros sin dar respuesta a las demandas más urgentes de la sociedad?
La imagen del dirigente recorriendo el predio portuario junto a funcionarios del Ejecutivo provincial fue prolija. Pero no pasó desapercibida. En redes sociales, los comentarios no tardaron en llegar: algunos ironizaron con la velocidad del pase institucional; otros directamente cuestionaron si alguna vez había trabajado fuera del Estado.
La crítica –más allá de sus formas– no es nueva, pero sí revela algo profundo: el hartazgo de una parte de la sociedad con una clase política que parece encontrar siempre un nuevo lugar sin rendir cuentas del anterior.
Una trayectoria consolidada, una reputación en disputa
González asumió luego de doce años en el Concejo Municipal, donde ocupó cargos clave: fue presidente del cuerpo entre 2019 y 2023, encabezó el interbloque Unidos, y se ganó elogios incluso de sus opositores por su capacidad de gestión. En su discurso de despedida destacó el valor del empleo público, la importancia del diálogo y el compromiso con la ciudad.
Pero en la esfera pública esa trayectoria no parece alcanzar para revertir la sensación de que los cargos se heredan, no se ganan. Y que el Estado –en lugar de ser herramienta para transformar realidades– se convierte en carrera de permanencia.
¿Qué puerto deja el Estado y qué puerto toma González?
El puerto de Santa Fe es, desde hace décadas, una promesa más que una realidad. Con terrenos valiosos, infraestructura estratégica y ubicación privilegiada, ha sido objeto de múltiples planes que nunca terminaron de consolidarse. El nuevo presidente del Ente Portuario hereda justamente eso: un espacio con potencial logístico, pero también con pasivos políticos, disputas inmobiliarias y escasa presencia real en la economía de la región.
Desde la provincia sostienen que esta nueva etapa busca recuperar ese rol. La agenda de González incluye misiones comerciales en otras provincias, convenios interjurisdiccionales y una articulación directa con el aeropuerto de Sauce Viejo. La idea: posicionar al puerto como nodo del transporte multimodal.
Un desafío más profundo: reconstruir la confianza
El punto no es solo si la gestión logrará atraer inversiones, mejorar infraestructura o incorporar nuevos actores logísticos. El verdadero desafío es otro: reconstruir legitimidad.
Para eso, González deberá demostrar que no se trata de un movimiento más dentro del mapa político, sino de una apuesta real por transformar el puerto en motor de desarrollo. Y que ese desarrollo no es solo una idea para la carpeta de prensa, sino un proceso tangible que impacta en la vida de los santafesinos.
Recuperar credibilidad en ese escenario no depende de la historia previa, sino de los pasos concretos que se den desde ahora. En un contexto de escepticismo creciente, mostrar resultados visibles y abrir espacios reales de participación será tan urgente como diseñar convenios o promover corredores logísticos.
Lo demás –las giras, las fotos, las designaciones– ya no alcanza.