Veinte minutos. Eso fue todo lo que duró la paritaria docente este martes en la sede del Ministerio de Trabajo de Santa Fe. Sin oferta salarial sobre la mesa y con los ánimos crispados, el encuentro sirvió apenas para confirmar lo que ya se intuía desde la mañana, cuando los estatales salieron de su reunión también sin números concretos.
Del lado del gobierno, el mensaje fue claro: antes de cualquier oferta, se deben analizar las “variables económicas”, sobre todo las nacionales. Del lado de los gremios, la respuesta fue unánime: no hay tiempo para esperar. En el medio, miles de docentes santafesinos con salarios estancados, jubilaciones postergadas y el inicio de clases en jaque.
«Estamos tratando de encontrar alguna orientación, encontrar alguna certeza», dijo el ministro de Educación, José Goity, al salir de la reunión. Habló de recorte de fondos, de ingresos que no alcanzan y de una incertidumbre nacional que obliga a ser “responsables”. Pero no dio fechas, y eso —en este contexto— vale tanto como no decir nada.
Mientras tanto, los sindicatos comienzan a mover sus piezas. Rodrigo Alonso, de Amsafe, lanzó una “intimación” al Ejecutivo para que presente una propuesta “a la brevedad”. Y adelantó que, si no llega, convocarán a asambleas. “El salario docente está arañando la línea de la indigencia”, denunció. Para Alonso, la falta de diálogo es el verdadero problema: “Nos sentamos a la mesa y lo primero que nos dicen es que no hay propuesta. ¿Entonces para qué nos convocan?”.
Desde Sadop, Pedro Bayúgar fue en la misma línea. “No se discutió ninguna propuesta. Solo si el próximo aumento debería ser trimestral o semestral. Pero mientras tanto, los docentes no llegan a fin de mes”, dijo. Y relativizó la afirmación oficial de que los sueldos le ganaron a la inflación en el primer semestre: “Puede que un índice lo diga, pero no es la realidad que vemos en las escuelas”.
En los pasillos del Ministerio, lo que quedó flotando es una palabra: espera. El gobierno promete una nueva convocatoria “pronto”. Los gremios no quieren seguir esperando. Las bases, en tanto, ya presionan por medidas. Y el conflicto, una vez más, deja de ser una discusión técnica para convertirse en una disputa política de fondo.