Rosario renueva un símbolo: la nueva 25 de Mayo abre otra etapa en el Casco Histórico

La reapertura de la plaza 25 de Mayo no es sólo el final de una obra largamente esperada: marca un giro en la forma en que Rosario interviene sus espacios centrales. La trama que rodea a la Catedral, el Palacio de los Leones y el Pasaje Juramento redefine su escala cotidiana después de una reforma que amplió superficies caminables, restauró patrimonio y ajustó la circulación de vehículos en un sector donde conviven historia, gobierno y vida urbana.

La intervención importa porque afecta uno de los puntos donde se superponen identidades institucionales, prácticas culturales y tránsito turístico. Para vecinos, trabajadores del microcentro y visitantes, la nueva configuración cambia recorridos, jerarquiza caminos peatonales y devuelve protagonismo a un espacio que en los últimos años había perdido nitidez frente al deterioro progresivo del entorno.

Las obras rearmaron el perímetro con veredas más anchas y al nivel de la calzada, incorporaron un cruce peatonal sobre calle Buenos Aires para vincular la plaza con el Pasaje Juramento y completaron mejoras en solados, forestación, iluminación y accesibilidad. A eso se sumó la restauración del monumento central —la Columna de la Libertad—, la reparación de las dos fuentes históricas y la reconstrucción de canteros siguiendo el diseño original. La reorganización vehicular quitó el estacionamiento a 45 grados sobre Córdoba y ordenó el flujo en un único carril.

La inauguración suma además un componente cultural que busca reinstalar a la plaza como escenario público. Con un flashmob de la Ópera del Teatro El Círculo, interpretaciones corales, pintura en vivo del Mercado de las Artes y actividades dentro del Museo Estevez, la apertura propone una convivencia entre obra pública y programación artística para recuperar el uso compartido del casco histórico. Las visitas guiadas a la Catedral, el cruce de campanas y la exhibición de vehículos patrimoniales —incluido el De Dion-Bouton de 1903 y unidades del transporte urbano de los años 60 y 70— completan una jornada pensada como relectura del pasado local.

El proyecto se integra a la secuencia de intervenciones habilitadas en octubre: Pasaje Juramento, Palacio Municipal y Catedral. En conjunto, estas acciones conforman un circuito que apunta a reposicionar la Franja Histórica como puerta de entrada al aniversario 300 y a redefinir los criterios de obra pública en zonas sensibles: prioridad peatonal, restauración rigurosa y mejora funcional del entorno.

La reactivación de la plaza abre ahora interrogantes sobre la continuidad del modelo en otras áreas centrales. Si la experiencia demuestra capacidad de mantenimiento y apropiación social sostenida, el esquema podría replicarse en otros espacios que atraviesan tensiones similares entre patrimonio, turismo y movilidad. Lo que ocurra en los próximos meses será la medida real del impacto de esta reforma.

 

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