El reporte difundido por Aprecod dejó una señal difícil de ignorar: la provincia enfrenta un crecimiento brusco en la demanda de asistencia por consumos problemáticos y una modificación clara en los lugares donde esa presión se hace visible. Las cifras condensan un proceso que venía insinuándose en centros de salud y dispositivos comunitarios, pero que este año adquirió otra escala.
El aumento toca a municipios, áreas sanitarias y espacios barriales que no estaban entre los más exigidos hasta 2024. Las intervenciones se expandieron hacia el sur, el centro y zonas del norte que en años anteriores mostraban menor actividad, un desplazamiento territorial que obliga a ajustar recursos y planificación. La magnitud del salto —más de 93 mil situaciones atendidas en seis meses— expone un escenario que desborda la tendencia del período previo.
El informe también muestra un cambio en el perfil de las personas que se acercan o son derivadas a los dispositivos. Aunque los varones siguen siendo mayoría, su participación cayó y creció la presencia femenina tanto en consultas propias como en pedidos de ayuda para un familiar. Esa variación refuerza la idea de que la detección temprana está siendo empujada por redes familiares que asumen un rol más activo. A la par, la franja de 39 a 44 años pasó a encabezar las intervenciones, un desplazamiento etario que modifica la lógica del abordaje.
La cocaína volvió a concentrar la mayor cantidad de atenciones, seguida por marihuana, tabaco, alcohol y paco. Pero el elemento más inquietante no está solo en las sustancias: seis de cada diez personas asistidas arrastran consumos de más de seis años y una parte significativa supera la década. Esto complejiza los tratamientos y multiplica la necesidad de acompañamiento continuo.
En paralelo a este crecimiento, la red provincial amplió su presencia con más dispositivos, mayor disponibilidad de plazas y un trabajo preventivo que alcanzó a miles de personas en 19 departamentos. Sin embargo, el ritmo de expansión del sistema convive con un desafío evidente: sostener la capacidad de respuesta frente a una demanda que se mueve más rápido que la estructura.
El semestre deja planteado un interrogante que atraviesa a toda la red: cómo garantizar atención oportuna, seguimiento y prevención en un contexto donde las dinámicas de consumo cambian y los territorios más exigidos no son los mismos que hace apenas un año.


