Cuatro adultos y una niña murieron esta semana en una casa del barrio porteño de Villa Devoto por inhalación de monóxido de carbono. El caso volvió a poner sobre la mesa una amenaza tan común como subestimada: la intoxicación silenciosa en ambientes cerrados.
Invisible, sin olor ni color, el monóxido de carbono (CO) se acumula en el aire cuando la combustión de gas, leña, carbón o kerosene no se realiza de forma completa. Puede estar presente en estufas, calefones, termotanques, braseros, fogones o incluso en escapes de vehículos. Y puede matar sin previo aviso.
Un enemigo que no se ve
“El monóxido reemplaza al oxígeno en la sangre y provoca asfixia celular”, explicó el toxicólogo Francisco Dadic, del Hospital Durand. Tiene una afinidad por la hemoglobina 250 veces mayor que el oxígeno, lo que lo convierte en un gas altamente letal, aún en bajas concentraciones.
Este año ya se registraron 444 casos confirmados de intoxicación por monóxido de carbono, según el último boletín del Ministerio de Salud de la Nación. Es un 75% más que la mediana histórica, y la cifra sigue creciendo.
Síntomas que se confunden
Los signos de intoxicación aguda pueden ser sutiles al comienzo: dolor de cabeza, fatiga, mareos, náuseas o vómitos. En cuadros graves, pueden presentarse convulsiones, pérdida de conciencia, insuficiencia respiratoria o muerte.
“Muchos lo confunden con un estado gripal, lo que retrasa el diagnóstico”, advierte la otorrinolaringóloga Stella Maris Cuevas. Además, quienes han perdido el sentido del olfato (anosmia) están en mayor riesgo, porque no detectan cambios en el entorno.
¿Cómo se previene?
Todos los expertos coinciden: la prevención es la única defensa efectiva.
Estas son las recomendaciones clave:
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Realizar revisión anual de estufas, calefones y artefactos a gas por gasistas matriculados.
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No tapar rejillas de ventilación.
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No usar hornallas ni hornos para calefaccionar.
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Verificar que la llama sea siempre azul. Si es amarilla o anaranjada, hay combustión incompleta.
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Instalar detectores de monóxido en lugares estratégicos.
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Mantener al menos una ventana 10 cm abierta, incluso con frío.
Errores frecuentes que cuestan vidas
Entre los errores más habituales figuran encender artefactos sin revisar, tapar rejillas, ignorar el color de la llama o recurrir al horno como fuente de calor.
“Todas las intoxicaciones por monóxido son evitables”, dijo Cuevas. “El gas más peligroso es el que no se ve ni se huele. Por eso hay que estar atentos a los detalles, y no improvisar con la calefacción”.
Qué hacer ante una sospecha
Si hay síntomas compatibles o sospecha de fuga:
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Ventilar el ambiente de inmediato.
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Apagar todos los artefactos.
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Evacuar a las personas.
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Llamar a emergencias médicas.
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Consultar por medición de carboxihemoglobina en sangre.
“El tratamiento es con oxígeno a alta concentración, y puede requerir cámara hiperbárica”, explicó Ramiro Heredia, del Hospital de Clínicas. “Pero la clave es la prevención. Ventilar, revisar artefactos y no improvisar. Nos puede salvar la vida”.


