Un niño de 4 años resultó herido de bala en una pierna este jueves por la tarde en una vivienda de calle Defensa al 8300, en barrio Coronel Dorrego. Según el primer testimonio que habría dado a la policía, el disparo se produjo de manera accidental mientras “jugaba con un arma de fuego”. Fue trasladado de urgencia al Hospital Iturraspe, donde permanece bajo observación fuera de peligro.
El hecho, más allá de su carácter fortuito, revela un problema estructural que se repite: la presencia de armas de fuego en los hogares y la ausencia de medidas de seguridad básicas. En Santa Fe, los casos de niños heridos por manipulación accidental de armas se sostienen año tras año sin políticas efectivas de prevención ni campañas sostenidas de control.
La Fiscalía de Homicidios del Ministerio Público de la Acusación ordenó la requisa de la vivienda y el secuestro del arma para determinar su procedencia y estado de registro. Mientras tanto, la familia del menor quedó bajo investigación por posible tenencia irregular y por no haber tomado recaudos para evitar el acceso del niño al arma.
El episodio ocurrió a plena tarde y en una zona densamente poblada, donde los vecinos denuncian desde hace tiempo ausencia de controles y falta de presencia estatal. Lo que pudo ser una tragedia vuelve a poner en debate la convivencia cotidiana con armas dentro de las casas y la escasa respuesta institucional frente a un riesgo que crece en silencio.
En una provincia donde la violencia armada atraviesa todos los estratos sociales, el disparo que hirió a un niño de cuatro años no puede explicarse solo como un accidente: es también una falla colectiva del sistema de control y cuidado.
