El reto del paracetamol llegó a Rosario y encendió una alarma real

Con el cierre del ciclo lectivo, Santa Fe entró en una etapa donde el control cotidiano de la escuela desaparece y el tiempo libre se multiplica. En ese nuevo escenario empezó a circular con fuerza un desafío viral que encendió alertas sanitarias: adolescentes se filman ingiriendo dosis peligrosas de paracetamol y compiten por “aguantar” la mayor cantidad posible.

El dato no es abstracto ni lejano. En Rosario ya hubo internaciones y consultas en guardias médicas vinculadas a este fenómeno. La preocupación creció en familias, equipos de salud y docentes porque el desafío combina tres factores difíciles de controlar: un medicamento de uso habitual, la lógica de pertenencia que imponen las redes y un contexto de menor supervisión adulta.

El paracetamol tiene una trampa cultural evidente. Es un analgésico presente en casi todos los hogares y eso lo vuelve familiar, aparentemente inofensivo. Sin embargo, consumido en exceso puede provocar daño hepático grave y, en algunos casos, irreversible. El riesgo mayor es que los síntomas no siempre aparecen de inmediato. Esa demora alimenta la falsa idea de que “no pasa nada”, mientras el daño avanza en silencio.

El calendario importa. Con las clases ya finalizadas, el aula deja de funcionar como espacio de detección temprana. No hay docentes observando cambios de conducta ni charlas espontáneas que activen alertas. La conversación se traslada a grupos cerrados de WhatsApp, cuentas secundarias y videos que circulan sin mediación adulta. El verano, lejos de ser solo descanso, se convierte en terreno fértil para este tipo de dinámicas.

Para Santa Fe, el impacto es doble. Por un lado, sanitario: más consultas, más incertidumbre y guardias que deben actuar rápido. Por otro, social: familias que no siempre saben cómo intervenir sin amplificar el problema. Los especialistas coinciden en que prohibir o ridiculizar suele llegar tarde. Escuchar, preguntar con claridad y cortar la circulación del desafío en los grupos cercanos resulta más efectivo que confrontar con el algoritmo.

El episodio deja una señal clara para el inicio del receso. Cuando baja la persiana del ciclo lectivo, la vida adolescente no se detiene: se desplaza. Y en ese desplazamiento, ciertos riesgos encuentran su mejor momento para crecer.

 

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