Pertenecen al Grupo de Corredores Esperanza Run y participan de la carrera que se largó ayer para unir Argentina con Chile desde San Martín de Los Andes, corriendo entre volcanes.
Karen Vilata, Horacio Villata, Ezequiel Gatti y Diego Villata tuvieron un largo año de preparación para cumplir con este sueño.
La carrera de trail / running tiene una extensión de 100 kilómetros divididos en tres etapas, con un recorrido que en su mayoría es por senderos de montaña cruzando arroyos, ríos y lagos.
La organización de «El Cruce», como se conoce a la competencia, asegura que durante todo el recorrido se visibiliza el imponente volcán Lanin.
El entrenamiento de los cuatro atletas esperancinos se inició en llanura, pero luego debieron utilizar senderos especiales que en nuestra ciudad se los brinda las instalaciones del Club Ciclista Esperancino para luego participar de un cronograma de competencias de montaña que recorrieron en la provincia de Córdoba.
Con suma responsabilidad planificaron cada paso dado durante el año, cada salida en la ciudad con su fondo programado, las pasadas y la dieta para llegar de la mejor manera a esta competencia. Todo el entrenamiento fue coordinado por Anabela Mercado y Matías Bavetta, los profes de Esperanza Run.
El cruce, una experiencia inolvidable
El primer Cruce Columbia se hizo en el año 2002 buscando unir Argentina con Chile a través del deporte. Corredores de ambos países –en sus primeras ediciones– y, luego, de todo el mundo, comenzaron hacerse eco de esta competencia deportiva de extrema aventura. Así, el evento pasó de reunir 300 personas –allá por el 2002– a contar con más de 4000 inscriptos en su última edición.
La carrera reúne a corredores de todo el mundo. En su última edición hubo presencia de más de 35 países y, este año, serán 45 las naciones presentes.
Los participantes son de distintas edades, en su mayoría amateurs y algunos profesionales consagrados. Generalmente corren en duplas y en alguna de las tres categorías (damas, caballeros o mixto). También, hay quienes lo hacen de manera individual, apostando a un doble esfuerzo y a una gran preparación profesional.
Sin dudas, todos los “aventurados columbiense” viven grandes emociones durante su paso por el cruce, llevándose consigo recuerdos imborrables de superación personal.
